El corazón representa la sede de los afectos y sentimientos. Las Sagradas Escrituras revelan el amor infinito de Dios que nos creó a su imagen, capaces de amar. Jesús confirmó el Mandamiento principal de Dios: » amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón , con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas «. (Marcos 12,30).
El pecado endurece el corazón y permite al espíritu maligno apartarnos del amor. Por eso Dios prometió: » » Os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne . (Ez 36,26)
Tanto amó Dios al mundo que envió a su único Hijo. El nos amó y nos ama con un corazón humano que revela el infinito amor de Dios. El corazón traspasado de Jesús en la cruz revela su amor que es el amor del Padre.
A través de los siglos Jesús y María Santísima han revelado sus corazones a numerosos Santos . Sus vidas y los mensajes que recibieron de Jesús y de María nos permiten adentrarnos en el misterio del amor de los corazones.
Mirando al Corazón de Cristo encontramos, inmediatamente a su lado, o mejor dicho dentro, el Corazón de María que late al unísono con el del Hijo.
La sangre que corre por el Corazón de Jesús ha sido tomada por completo de la sangre de María. Las fibras de su Corazón Inmaculado han alimentado la Humanidad Santísima de Cristo que es particularmente significada en el Corazón. He aquí por qué el Corazón de esta Madre está en el Cielo junto al Hijo; es el único Corazón que Cristo se ha llevado consigo: ¡el único porque es único!
A veces se olvida que María ha sido asunta al Cielo en alma y cuerpo; es un dogma de fe, proclamado por Pío XII, el 1 de noviembre de 1950. Así el Corazón de carne de la Virgen Madre está en la gloria, enteramente transfigurado a semejanza del de su Hijo. Él sobre la tierra ha tomado sus rasgos humanos, ella en el Cielo ha recibido del Hijo los rasgos de gloria que son típicos de Él: ¡como Él, también ella esta con su cuerpo en el Cielo! En el calendario litúrgico, la memoria del Corazón Inmaculado de María sigue a la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús: un Corazón llama al otro, un Corazón que sigue al otro.